JUSTIFICACIÓN

 Hace poco tiempo me dispuse a ver un programa televisivo, que se había anunciado a bombo y platillo, sobre la figura de Franco.  La primera frase pronunciada  por el presentador Jonathan Dimbleby  fue la siguiente: “En la España actual la figura de Franco ha sido borrada vigorosamente de la memoria en un deliberado acto de amnesia colectiva, es como si su historia fuera demasiado molesta, demasiado dolorosa para ser recobrada, un libro que nadie pudiera soportar. El resultado es que su reputación se ha visto atrapada en una telaraña de mitos que está comenzando ahora a ser desmarañada, para así permitirse que el verdadero Franco salga a la luz”.

         ¿Pueden imaginarse como era el programa? Un bodrio de mal gusto y sin desperdicio, que estaba cargado de embrollo, manipulación, además de artificioso, tergiversado y carente de toda verdad histórica, en el que el presentador y conductor de la zafia emisión televisiva, parecía padecer una mala digestión, no por lo que había comido sino por lo que comen los demás. No obstante, y a pesar de la bazofia, la falsedad, la mala intención y la envidia vertida en el programa, le soporté de principio a fin, y aunque era malo de solemnidad, no sólo por lo adulterado en los hechos históricos sino sobre todo por las contradicciones existentes entre las palabras y las imágenes, y en donde la baba vertida no me causó sino una gran congoja, y me hizo recordar el viejo cuento del caracol, que para hacer más tenues las contorsiones y así lograr su desplazamiento de un lugar a otro, segrega cierta sustancia altamente eficaz, que le sirve de lubricante vial al serle necesaria por su esencia. Posiblemente, la televisión es uno de los lugares propicios para gotear con arte, sin embargo en esta ocasión el programa chorreó mala baba, con la pestilente baba del baboso, no con la blanca y necesaria del caracol del cuento, sino con la baba tan negra y apestosa, como vil y despreciable para muchos de los españoles que impotentes escuchábamos las falacias y las burdas invenciones cargadas de tan graves mentiras e invenciones sobre la vida y la persona de  Francisco Franco, que ávidos de recuperar la honorabilidad escarnecida de este hombre, al que para bien o para mal, no hemos olvidado;  y además que sin fundamento de base comenzase el programa encasillándonos como enfermos crónicos de amnesia colectiva, cuando el verdadero contagiado e infestado de debilidad memorial es el que padece diarrea cerebral, es decir, aquel que cuando habla la caga. Dado que el programa estaba cerrado y no podía contestar debidamente al intolerable y esperpéntico mensaje antidemocrático, es por lo que comencé a recopilar opiniones, que reflejan de forma clara y amplia que los españoles tenemos buena memoria y que, a pesar de los años transcurridos desde la muerte de Franco, ni hemos sufrido amnesia ni nos molesta recordar los años vividos en su época, puesto que la memorizamos sin dolor ni trauma, lo que demuestra nuestra salud mental y el deseo de manifestar y revelar a los que no la han vivido, que las opiniones, difundidas y reflejadas en las páginas siguientes, les permitirán buscar la figura del hombre que fue Francisco Franco, y una vez encontrada, demostrar claramente y sin babas, que la verdad no necesita desenmarañarse, como pretende hacernos creer el Sr. Dimbleby, puesto que su albor  brilla en la Historia, porque quiérase o no, es ella, la propia Historia, la que acogiéndole en su seno con verdadera objetividad la ha dado luz propia.

       ¡Ah! Olvidaba apuntar que las únicas telarañas que enmarañan tratando de confundir, ensombrecer y tapar la reputación de Francisco Franco, son las segregadas por las pseudotarántulas, bichos híbridos de sabandijas y alimañas, que se distinguen por su ralea de pedigrí señero del resto de los arácnidos normales, usuarios  estos de las telarañas para moverse y cazar a su víctima, pero jamás como aquellos para afrentarla, vilipendiarla o ultrajarla, con el fin de ocultarla con el vómito de su náusea o espasmo bilioso empachado infectado de excremento y deyección estomacal o pozo negro de estos animales, cuyo fin existencial es  ocultarla a la degustación de las generaciones futuras, y paradójicamente lo único que conseguirán será ensuciarla y consecuentemente que se anhele con mayor ansia limpiarla, relucirla y paradójicamente engrandecerla y agigantarla.

        Ese es el resultado imprevisto de los que se pasan de listos, que olvidan o más bien desconocen el axioma: la ventaja del ser inteligente es que así resulta más fácil pasar por tonto. Lo contrario es mucho más difícil 

        Ante la imposibilidad de hablar con el Sr. Dimbleby, aprovecho este testimonio para preguntarle: ¿Cómo se atreve a babosear diciendo que la figura de Franco ha sido borrada y olvidada deliberadamente de nuestras memorias, cuando usted y los de su misma calaña no cejáis un solo día de recordárnosle?

       Como soy católico practicante, en mis oraciones diarias imploro perdón al Todopoderoso y perdono a los que me ofenden, por lo que eximo la forma grosera, injustificada y pública de esa frase carente de fundamento, que es verdaderamente, la aptitud envidiosa de un resentido que, talmente he escrito anteriormente, me produjo una gran pena, porque, como todo el mundo sabe, babear es propio de niños pequeños y de caracoles, en tanto que la secreción es una descomposición biliosa del espumarajo perverso, retorcido, innecesario y ofensivo del rencoroso. Hay diferencia ¿no?

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